miércoles, 20 de enero de 2010

Reflexión III: Hibernar

Llega el invierno de las ideas. Y hay muchas de ellas contaminadas o caducadas, y su recuerdo sienta mal. Es hora de dejarlo todo a punto para que de de aqui a un mes mas o menos no haga falta tomarse un rato para meditar. He hecho la compra, he anotado tan mecánicamente como he podido las tareas que debo realizar y con las precauciones pertinentes me he ido a dormir, legando el timón a mi nuevo otro yo, el que no le hace caso a las comeduras de olla.

Durante este mes de criogenización espero ocurran cosas. Soy inmune, o eso creo. A lo mejor no hace falta más para serlo, ¿no? El yo que ahora se pone el psicodélico pijama es vulnerable. Tanto que hubo veces que quiso volverse un cabrón insensible. Pero se dió cuenta de que simplemente con periodos de menos actividad mental anaílitca y sintética autocrítica y reflexiva en los ratos libres, la endorfina actúa mejor. Y ahora el nuevo ego, recién licenciado en Ciencias del Jack está ansioso por desempeñar la función del vacante.

Después de ese mes, tocará jornada de evaluación en mi despacho, con la luz apagada y pensando en silencio. Pero eso de otea lejano todavía.


[...]


Al releer estos párrafos y darme cuenta de que no entiendo nada, me percato de que el relevo ha sido efectuado. No recuerdo el momento exacto, pero ya llegó. Se acabaron las reflexiones y el pensar en general en un mes. ¡BIEEEEN!

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